Penacho de plumas, penacho de espuma como de cerveza, como rubia trenza que no cesa. De subir, de subir a lo alto, hasta la azotea a mirar el cielo. Donde vives ahora, en una casa baja, donde pasas las noches en tu cama de escarcha.
Mándame en un sobre tu sonrisa rota. Rápido García, yo te la compongo. Se reparan botas,
bolsos de cuero y alpargatas. Canastos de mimbre, diademas de borlas.
Que no hay nada más, que no hay nada más, mientras nuestros labios se quieran besar. Que no hay nada más, que no hay nada más, mientras nuestros labios se quieran besar. Que no hay nada más, mientras nuestras bocas se quieran besar.
Con nieve de nardo, yo te la remiendo, con tela del aspa de un molino viejo. Con polvo del brillo
de un trozo de espejo, con el rabo blanco de un gato perplejo.
Que no hay nada más, que no hay nada más, mientras nuestros labios se quieran besar. Que no hay nada más, que no hay nada más, mientras nuestros labios se quieran besar.
Que no hay nada más, que no hay nada más, mientras nuestros labios se quieran besar. Que no hay nada más, que no hay nada más, mientras nuestros labios se quieran besar.
Mándame en un sobre tu sonrisa rota, yo te la compongo, que soy zapatero. Que soy zapatero,
que soy zapatero remendor. Que soy zapatero,
que soy zapatero remendor. Que soy zapatero,
que soy zapatero remendor.