Me agarró con fuerza de la mano. Yo sonreí e ingerí otro rohipnol. Éramos sólo dos perros abandonados; perdimos el control. Caminamos deprisa y sin rumbo. Aquel día el sol abrasaba. Cruzamos corriendo las Siete Autopistas; perdimos el control. Conocimos a una tal Amparo. Dijo: "No hay más que dolor y alivio, dolor y alivio, dolor y..." Nos guió hasta aquel cementerio de gatos en el que perdimos el control. Y quisimos salir de allí. La miré; ella balbuceó. Ocurrió algo confuso y después la perdí; habíamos perdido el control.
Y nos creímos ángeles,
y hasta ella quiso volar.
Y lo hizo tras dejarme
aquel mensaje aún por contestar:
"¿Dónde estás, corazón? ¿Te has cansado de mí? Yo estoy en el balcón y ¿sabes?, voy a saltar."
Se rió ??¡JA JA JA!?- y después se cortó.
No hice más que vagar por un tiempo. Traté de limitarme al alcohol. Intenté no sumirme en la locura o perdería el control. Conocí a una mujer en Conill. Disfrutamos del mar y del sol. Un mal día le dije: "Esto te gustará, pero perderemos el control."