Letra de Seis De La Mañana, Joaquín Sabina



Son casi las 6 
como cada mañana 
y la cabeza me da vueltas de campana. 

La vida huele a serrin 
y a sueldo de camarero 
y las demás blasfemias me las dejo en el tintero. 

Y desafina 
un nido de ruiseñores, 
pero tu tranquila, ya vendrán tiempos peores. 

Y se deshace la cuartada de la noche, señor juez; 
y lloran las recién casadas condenadas a saber, 
y en callejones sin salida se suicida un acordeón. 

Y la mecánica del rocanrol del despertador 
llamando a cumplir la ley, 
y yo poniéndome el jersey 
con ganas de perder el tren 
de las 6 de la mañana 
(no pienso levantarme esta semana). 

Ding-dong, las seis de la mañana; 
(el astro rey nos ha salido rana). 

Otro domingo y otro 
lunes más que agoniza, 
y otro martes y otro miércoles de ceniza; 
así que si te cruzas, 
guapa, por mi camino 
no pises mis zapatos de gamuza azul marino. 

Y las ovejas descarriadas trasquiladas al redil; 
y el virus de la madrugada corta como un bisturí; 
y en hospitales sin memoria escayolan un corazón 
en el quirófano del rocanrol del despertador 
llamando a cumplir la ley, 
y yo quitándome el jersey 
sin demasiadas ganas de vivir 
a las 6 de la mañana 
(no pienso levantarme esta semana). 

Malditas 6 de la mañana 
(el astro rey nos ha salido rana). 
Padre nuestro que estás 
en los hoteles de paso, 
en las ojeras, en las sabanas y en los vasos. 
Son las 6 y nunca de la mañana: 
cuando se pican los que ya no tienen nada que rascar 
(a las 6 de la mañana); 
y se desvelan los que lo han soñado casi todo ya 
(a las 6 de la mañana); 
y las ovejas descarriadas trasquiladas al redil 
(a las 6 de la mañana); 
y el beso de la madrugada escuece como un bisturí 
(a las 6 de la mañana); 
y los carteros sólo dejan propaganda en el buzón 
(a las 6 de la mañana); 
y los políticos estrenan la sonrisa de almidón 
(a las 6 de la mañana); 
y se desdice la coartada de la noche, señor juez 
(a las 6 de la mañana); 
y las esposas engañadas se acostumbran a perder 
(a las 6 de la mañana); 
y el sol cobarde de las tardes tarda siglos en morir 
(a las 6 de la mañana); 
y los semáforos al rojo mal de ojo de Madrid 
(a las 6 de la mañana); 
y se afeitan los que nunca tienen nada que soñar 
(a las 6 de la mañana).

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